Bien es cierto... en muchos casos, la abuela es el ente familiar mas apoyador que puede existir. Con sus cariños, besos, chistes, historias, expresiones de amor y ternura; nos hacen pasar momentos totalmente inolvidables.
En mi caso, mi abuela paterna es un amor, como todos tiene sus virtudes y puntos de ebullición. Una muestra fehaciente de ello es lo que pasó aquella tibia mañana de Septiembre…
Leer mas...
Yo vivía en Hato Mayor, era un bicho de 6 años y como es normal a esa edad, ninguna silla podía conocer el calor de mi piel; simplemente no era capaz de permanecer por muchos minutos en ninguna de ellas (No era tan malo tampoco). Mi madre estaba en Santo domingo en trabajo de parto, estaba naciendo mi flamante “hermanita del año” ultimo modelo…. Yo por mi lado, estaba bastante cansado de estar encerrado en la casa, porque quien se quedó en mi casa fue mi abuela cuidándonos.
Luego de meditar en cada silla, cama y porción de piso, decidí salir de la casa; a lo que mi abuela enérgicamente respondió que no. Esto fue frustrante para mí. Volví a mi cama para ver televisión desde ella y entonces fue cuando me dí cuenta que mi abuela iba a barrer el patio. Fui con ella para acompañarle con la mirada desde la puerta de la cocina y unos minutos mas tarde me dí cuenta de que ella ya no estaba a la vista (Si, era un poco grande el patio). Como mi casa y la casa de nuestro vecino colindaban sus patios sin división, pues resolví ir a la casa de la vecina para sentarme a conversar con ella. En realidad no me había alejado ni siquiera 10 metros de la puerta de la cocina.
Luego de 20 minutos entretenidos de risas solo mirando el perro de mi vecina, me di cuenta de que mi abuela me llamaba. Yo muy normal le respondí “Aquí estoy” sin tan siquiera acordarme de la contundente respuesta antes recibida: “No vas a salir de la casa!”. Fue cuando reaccioné y quise salir corriendo para la casa nuevamente. Ya era demasiado tarde.
Al voltearme pude divisar un nuevo árbol que caminaba, era una extraña especie que coincidencialmente se acercaba hacia mí. Tenía unas ramas y hojas muy parecidas a las del tamarindo… Error… ERA MI ABUELA que tenía una Vara tan grande que no se le veía la cara…
La única palabra que escuché que dijo fue: “PARATE AHÍ MUCHACHO DE M….” y seguido a esta inició la única tundra que mi abuela me proporcionó. He recibido azotes fuertes pero este se llevó el premio (This one takes the biscuit). había hojas regadas por todo el patio y en la casa, y fue entonces cuando se dió cuenta que tendría que barrer nuevamente todo el patio y la casa.
Recuerdo haberme quedado en mi habitación durante todo el fin de semana castigado sin juegos y tv; solo salía a comer y al baño.
Definitivamente aprendí la lección… no debo nunca tentar a la abuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario