“Chicos prepárense, este fin de semana irán con su padre para Constanza de vacaciones por una semana”. Estas fueron las palabras de mi madre aquel verano caluroso, las cuales me inyectaron energía y mucha alegría. Sin embargo, no sabía que quedaría bastante marcado luego de ese inolvidable viaje.
Vivíamos en Santo Domingo, pero mi papa por la naturaleza de su trabajo estaba expuesto a ser trasladado a diferentes pueblos. Por lo que en esa temporada el había sido trasladado para Constanza. Este ultimo es un lugar hermoso, situado en la zona norte y a unos 1,200 metros sobre el nivel del mar, entre la cordillera central, es el lugar mas frío de todo el país (entre 5 y 20 grados C.).
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Vivíamos en Santo Domingo, pero mi papa por la naturaleza de su trabajo estaba expuesto a ser trasladado a diferentes pueblos. Por lo que en esa temporada el había sido trasladado para Constanza. Este ultimo es un lugar hermoso, situado en la zona norte y a unos 1,200 metros sobre el nivel del mar, entre la cordillera central, es el lugar mas frío de todo el país (entre 5 y 20 grados C.).
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Esa tarde llegamos a aquel pequeño, frío y tranquilo pueblo en las montañas. Teníamos los ojos bien abiertos mirando TODO, era tan hermoso lo que veíamos, que no podíamos estar con la vista fija en un solo paisaje. A mis 11 años de edad había caminado por muchos pueblos de mi país pero en ninguno de ellos había observado lo que allí encontré. Los árboles tenían un verde interesante, se veía vida y fuerza en ellos aun a lo lejos. Las montañas vestidas con colores hermosos, hacían volar mi imaginación de niño. Las hojas grises se mezclaban con las verdes oscuras de los pinos; estas a su vez, hacían armonía con el verde claro del ajo que crecía en la tierra justo en ese instante y luego degradaba al color marrón del a tierra sin sembrar. Era algo increíblemente hermoso.
Finalmente llegamos a la casa donde mi papá se quedaba los días de semana. Llegue bastante cansado por el largo viaje pero para mi fue toda una aventura. Por ello me apresure a lavarme la cara y las manos y comer algo, para luego salir a pasear en el pueblo con mi padre. Salí al patio de la vivienda y mientras lavaba mi cara sentí que alguien me miraba y cuando voltee hasta mi izquierda fue cuando vi una joven de una gran belleza mirándome. De inmediato ella quitó su vista y entro hasta su casa, y yo aun con mi cara húmeda, con la boca abierta y con la toalla en mis manos no podía creer lo que había visto. No era la chica de mis sueños, pero era un prototipo que siempre me había gustado, una joven envidiablemente bella. Fue… algo a primera vista.
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